Eduardo A. Bolaños Vargas - En San Ramón de Alajuela hay un lugar muy particular: en medio de un bosque montañoso y bien cuidado hay una capilla, pero no es cualquier capilla, es un santuario de mariposas.
Para llegar a la capilla hay que recorrer un camino boscoso muy natural y bonito que se cruza con algunos pequeños riachuelos y que es fácilmente accesible por todos.
La vista de la capilla ambar está rodeada por un jardín de chinas decorativas espectaculares, que le dan más vistosidad y color al paisaje visto desde adentro y afuera.
La capilla funciona como templo, pero está especialmente llena de mariposas de variadas especies, que se alimentan, crecen y se reproducen dentro de la misma, brindando al visitante la posibilidad de disfrutar de su compañía, muchas de ellas también interactúan con los visitantes.
Los mariposarios tienen que contar con un cuidado particular, no solo las que nazcan de forma natural, sino que es mejor traer individuos por nacer para tener siempre las mejores condiciones genéticas.
La capilla también está rodeada por los jardines, que se pueden caminar desde distintos espacios, con gradas y senderos de fácil acceso incluso para personas mayores y niños.
Cerca de la entrada los visitantes también pueden disfrutar de deliciosas comidas a precios muy accesibles, comprar algunos productos de la zona y apoyar a los emprendedores.
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